Con nuestros amigos |
Bien temprano en la mañana, luego de un rico desayuno que tomamos en el hotel, cruzamos la calle y llegamos a la estación de tren, con bastante antelación. Ya le habíamos dicho a Julio y Sylvia que llegaríamos bastante antes de el horario de entrada en el hotel, pero no teníamos mas opciones, y de todas maneras era una forma de ver la ciudad, antes de llegar a este complejo que sabíamos era un poco alejado. Así que nos bajamos y seguimos a la mayoría de la gente, la estación quedaba del otro lado de la avenida principal, por lo que para tomar un refresco debíamos pasar por debajo de la avenida por un túnel, y luego tomar un ascensor para llegar al nivel de la calle, claro que esto suena muy bien ahora que ya lo experimentamos, pero cuando no sabes y no tenes facilidad con el idioma, toca caminar un poco e investiga.
Yo había visto que un bus nos podía acercar hasta el complejo, pero nuevamente preguntamos y las personas no tenían idea de el lugar ni como llegar, nos entro un poco de temor que estuviéramos en el lugar equivocado, pero no podía ser, pero el mesero del bar, le preguntaba a otros parroquianos, y nada ni mostrándole el mapa de donde queríamos llegar.
En realidad nosotros teníamos que ir cruzando el río, que viene a pertenecer a otra ciudad llamada Ciboure. Finalmente tomamos un taxi ya mas cerca a la hora de admisión en la Villa Maldagorra. Cuando arribamos todo parecía cerrado, pero una amable senorita, nos llevo a donde se depositan las llaves y la papelería de cada habitación, una especie de buzón, luego nos llevo hasta la puerta de nuestra nueva residencia.
Cuando entramos no dejábamos de sorprendernos, Carlos me miraba y me decía tiene que haber un error, esto es para nosotros?, todo era como un sueño, nunca habíamos estado en un lugar tan lindo, era como el broche de oro a un viaje soñado. Es un paraíso, con apartamentitos individuales, con un fondo en común con una enorme piscina, y cada espacio individual con su mesa y sillas, como también un colgado de ropa.
Luego salíamos dispuestos a caminar hacia la ciudad para comprar algo de comer, y esperar a Julio y Sylvia, que nos habían dicho llegarían como a las 19 horas, ellos tenían como 8 horas de viaje en auto.
Nuevamente fuimos sorprendidos, ellos ya habían llegado, y estaban nerviosos de no saber nada de nosotros, se disponían a ir al tren a buscarnos. Fue una gran alegría ver a estos dos amigos, de tantos años, y con Julio somos como hermanos, nos une una gran amistad.
Así que nos cambiamos y fuimos a darnos un baño en la piscina, luego ellos nos esperaban en su apartamento con una comida que traían desde su casa, con aperitivo, y champaña. Conversamos hasta las 11 de la noche.
Julio nos trajo mate y termo para nosotros, así que temprano en la mañana no amaneció pero nosotros estamos ansiosos, ya agarramos el ritmo este, y cuesta aminorar. Al rato apareció Julito con su propio mate, y su cámara de fotos, el también estaba admirado de el lugar que eligió Silvia.
Conversamos mucho con ellos dos, excelentes personas y es lindo ver el cariño que Julio les guarda a papa y mama.
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