martes, 17 de octubre de 2017

Astigarraga 2014


Ya habíamos averiguado el bus a Astigarraga, y para ahí nos dirigimos. Un viaje de unos 10 km, pero claro no sabíamos donde bajarnos, pero dimos bien, justo en el ayuntamiento y su plaza, el pueblo es medio enredado para recorrer, y con muchas subidas y bajadas bastante pronunciadas, así que no pudimos ver mucho. Le preguntamos a dos señoras con un bebe, que por donde estaba la parte vieja, y nos contó que ya no queda nada sólo el ayuntamiento, y la casa de Murguía que fue el dueño de todo esto, y aun son propietarios de gran parte. Las callecitas muy empinadas se hacía notar el cansancio, recorrimos varias cuadras, sin un rumbo fijo, solo para ver la ciudad, que por cierto como las otras que hemos visitado, todo muy cuidada, limpio, eso para mi es sinónimo de orgullo por su tierra. Muchas personas en barcitos, en sus terrazas, como le llaman acá, (mesas afuera). Nos volvimos a encontrar con las Señoras, esta vez ellas también se disponían a tomar un refresco en una de esas terrazas.
Caminamos un rato más luego de degustar una cerveza, tomamos el bus A-1 de regreso.

En la tarde salimos nuevamente después de la consabida siesta, caminamos y caminamos, pasando por la catedral Del Buen Pastor, algo hermosa enorme.
Caminamos hasta el centro que todavía quedaban seguidores de los diferentes equipos de regata, que no se los nombres pero eran de cuatro colores.
Luego decidimos regresar y comprar un pollo al espiado, que ya habíamos visto en otro de los paseos, pero gran error cruzamos por el casco antiguo, que era un enjambre de jóvenes, la costumbre es tomar cerveza o vino, parados en la puerta de los bares, que a quien tenía la música más fuerte y no sabes a que bar pertenecen ya que están todos juntos en la callecitas que de por si son bien angostas, felizmente salimos de ese bochinche jaja estamos viejos, ya llegando a la pensión, Carlos decidió que ya tenía suficiente de gente y cursamos la calle, sin darnos cuenta que el equipo ganador y toda su anchada estaban en el restaurante de la esquina, ya me tiene el brazo salido de los tirones que me da, dice que es para que no me pisen los autos pero no se que es peor, si el brazo desgarrado o un coche.
Bueno los dejo por acá ahora viene la hora del heladito, en realidad tenemos que medirnos más ya que estamos superando el presupuesto que nos marcamos, pero bueno quien nos quita lo bailado.


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