Cuando ya no pensábamos en viajar ya que habíamos hecho dos viajes este 2015, pero unos amigos nos insistieron, y ya hacia mucho que estaba yo tentada en experimentar esta forma de viaje, así que nos decidimos.
El buque Sensación de Carnival, zarparía del puerto de Cabo Cañaveral, que queda en la costa este e la florida a unas tres horas de casa. Solo serian cuatro días y tres noches.
Muchos fueron mis preparativos con motivo de la ropa porque según he oído tendríamos una cena con el capitán y eso era de gal, pero me hacia ilusión el preparativo y planear los detalles de los dos, y luego de mucho pensar y cambiar ideas, teníamos la ropa adecuada para tal evento.
Salimos temprano de la mañana con la documentación debida que era un poco diferente de la que requiere el avión, así como los artículos que están permitidos también varia bastante.
Luego de una breve parada por café llegamos sin contratiempos y a un puerto muy organizado de donde salen muchos cruceros, y fue todo muy rápido y sin casi ninguna espera.
Al subir por la rampa del buque ya te comienzan a sacar fotos, que uno concede como si fuera una personalidad que se debe a la prensa, y así hasta llegar al salón principal del barco ya nos habían sacado como seis fotografías, que mas adelante las exibiran en unos paneles prontas para que las escojas y pagues, que luego te ofrecerán plasmar dichas fotos en camisetas, tazas, calendarios u otros ingeniosos artefactos.
El recibimiento es de mucha alegría, con música en vivo, un bar con tragos, y ya nos habían dicho que las habitaciones no estarían prontas por una hora, y que podíamos ir al restaurante estilo buffet y servirnos un almuerzo, para mi sorpresa ya había gente en la piscina, y disfrutando de un escenario con otros músicos en vivo y gente bailando.
La alegría es contagiosa y hasta Carlos se animo a seguir los pasos de esos bailes tan contagiosos, yo quería recorrer los puestos de comida para elegir algo saludable y diferente, cuando me servi unas chauchas que tenían un color muy apetecibles, veo que estaban congeladas, y como seria mi sorpresa que un mozo se acerco para indicarme que si deseaba verduras tenia que seguir el corredor al otro comedor, estas eran para darle a un cocinero que las cociera en tu preferencia.
Nos sentamos en una mesita con ventana a la bahía que todavía el barco no se había movido y podíamos acostumbrarnos a ver el agua, bien como el que recién llega de la montana y nunca antes ha visto el mar.
El ambiente era muy festivo y contemplábamos a los que recién estaban llegando, ya pronto estuvo la habitación pronta y cada pareja se fue a la suya, para luego encontrarnos en ese mismo lugar.
Nos anunciaron que habría una reunión en un sector determinado por grupos, para darnos las advertencias de seguridad y las reglas a seguir en caso de emergencia, cosa que los dos estebamos muy interesados en atender. A cada pasajero le entregan una tarjeta antes de subir al barco, donde se hace un deposito de dinero al contado o de una tarjeta de crédito, y ya te asignan la habitación, el centro de reunión en caso de emergencia, el restaurante y la mesa, como otros datos de identificación, así que ya comenzábamos a comprender el sistema y como movernos.
Luego llego el anuncio de la reunión donde te muestra todo el sistema tan complejo de evacuación para mas de dos mil personas.
En rasgos generales el viaje no es lo glamoroso que siempre nos imaginamos, y fue una vista al consumismo, a pesar de todo ese consumismo uno puede hacer el viaje que uno desee, ya que hay mucho como para disfrutar, como teatro, comediantes, bailes, y el lugar favorito nuestro fue en una zona en la que no entraban niños y con dos jacuzzis y muchas raposeras donde tomar sol, o contemplar la luna, que fue donde nos encontrábamos luego del desayuno frente a un ventanal contemplando el mar, del cual disfrutamos enormemente.
La segunda noche fue la gran cena en la cual todos o casi todos se visten de gala, y los mozos hacen un pequeño espectáculo, al igual que lo hicieron la primer noche, muy simpático todo el
personal del buque, que son de diferentes países, aunque la mayoría eran de Filipinas, cosa que me sorprendió, son personas que trabajan 10 o 12 horas diarias, y están totalmente a nuestro servicio.
Como para experimentar con una vez esta bien, nosotros disfrutamos mucho de todo, e inclusive cuando bajamos a la isla, que también te acribillaran queriéndote llevar a diferentes paseos, lo cual no estábamos interesados en hacer ningún gasto extra ya que este viaje fue relámpago y teníamos un presupuesto planeado. La playa que visitamos no era esas que ves en las revistas, todo el paseo era de inseguridad, tanto es así que yo me comedí en traducirles a unos brasileños que preguntaban a una policía, donde quedaba una Iglesia, y Carlos enseguida los desanimo a incursionar mas adentro del sector turístico que nos habían advertido a nosotros.
La ultima noche no fue muy feliz ya que el barco se movía mucho, y tanto fue que suspendieron las actividades navideñas que estaban programadas para la noche. Primero fue Carlos que se enfermo y luego le seguí yo, así que nos quedamos descansando y tratando de no caminar por los pasillos, ya que eso parecía acervar el malestar.
Hay muchas maneras de pasear y esto fue una de ellas, pero nosotros aunque sea mas costoso seguiremos recorriendo España y sus alrededores, sin despreciar este viaje que nos enseño un par de cosas la principal para mi fue que el consumismo no te da felicidad, y no porque te compres todo lo que venden en el barco te garantiza pasar un buen momento, que hubo muchos, como sentarse en las raposeras y ver la estela blanca que dejaba el buque en su camino, o el desayuno de frente a los ventanales con la vista puesta en el horizonte.
Nos sentamos en una mesita con ventana a la bahía que todavía el barco no se había movido y podíamos acostumbrarnos a ver el agua, bien como el que recién llega de la montana y nunca antes ha visto el mar.
El ambiente era muy festivo y contemplábamos a los que recién estaban llegando, ya pronto estuvo la habitación pronta y cada pareja se fue a la suya, para luego encontrarnos en ese mismo lugar.
Nos anunciaron que habría una reunión en un sector determinado por grupos, para darnos las advertencias de seguridad y las reglas a seguir en caso de emergencia, cosa que los dos estebamos muy interesados en atender. A cada pasajero le entregan una tarjeta antes de subir al barco, donde se hace un deposito de dinero al contado o de una tarjeta de crédito, y ya te asignan la habitación, el centro de reunión en caso de emergencia, el restaurante y la mesa, como otros datos de identificación, así que ya comenzábamos a comprender el sistema y como movernos.
Luego llego el anuncio de la reunión donde te muestra todo el sistema tan complejo de evacuación para mas de dos mil personas.
En rasgos generales el viaje no es lo glamoroso que siempre nos imaginamos, y fue una vista al consumismo, a pesar de todo ese consumismo uno puede hacer el viaje que uno desee, ya que hay mucho como para disfrutar, como teatro, comediantes, bailes, y el lugar favorito nuestro fue en una zona en la que no entraban niños y con dos jacuzzis y muchas raposeras donde tomar sol, o contemplar la luna, que fue donde nos encontrábamos luego del desayuno frente a un ventanal contemplando el mar, del cual disfrutamos enormemente.
La segunda noche fue la gran cena en la cual todos o casi todos se visten de gala, y los mozos hacen un pequeño espectáculo, al igual que lo hicieron la primer noche, muy simpático todo el
personal del buque, que son de diferentes países, aunque la mayoría eran de Filipinas, cosa que me sorprendió, son personas que trabajan 10 o 12 horas diarias, y están totalmente a nuestro servicio.
Como para experimentar con una vez esta bien, nosotros disfrutamos mucho de todo, e inclusive cuando bajamos a la isla, que también te acribillaran queriéndote llevar a diferentes paseos, lo cual no estábamos interesados en hacer ningún gasto extra ya que este viaje fue relámpago y teníamos un presupuesto planeado. La playa que visitamos no era esas que ves en las revistas, todo el paseo era de inseguridad, tanto es así que yo me comedí en traducirles a unos brasileños que preguntaban a una policía, donde quedaba una Iglesia, y Carlos enseguida los desanimo a incursionar mas adentro del sector turístico que nos habían advertido a nosotros.
La ultima noche no fue muy feliz ya que el barco se movía mucho, y tanto fue que suspendieron las actividades navideñas que estaban programadas para la noche. Primero fue Carlos que se enfermo y luego le seguí yo, así que nos quedamos descansando y tratando de no caminar por los pasillos, ya que eso parecía acervar el malestar.
Hay muchas maneras de pasear y esto fue una de ellas, pero nosotros aunque sea mas costoso seguiremos recorriendo España y sus alrededores, sin despreciar este viaje que nos enseño un par de cosas la principal para mi fue que el consumismo no te da felicidad, y no porque te compres todo lo que venden en el barco te garantiza pasar un buen momento, que hubo muchos, como sentarse en las raposeras y ver la estela blanca que dejaba el buque en su camino, o el desayuno de frente a los ventanales con la vista puesta en el horizonte.
También ver como los 900 empleados del barco se esmeran de una forma muy organizada, en servirte y estar a tu disposición, claro que para el ojo critico mío, era una forma de esclavismo y me preguntaba si les pagarían bien, para las 10 o mas horas que trabajan, y lejos de sus familia.
Así que familia a planear la nueva aventura, que por curioso que parezca no me decido a donde ir, me doy cuenta que lo mas importante de los viajes anteriores fue conocer los lugares por donde paso la familia de antepasados, y ahora estoy sin rumbo. La ciudad de donde vino el primer Rebollo que es Circasia, la quiero dejar para ir con Noela que es una promesa que nos hemos hecho, así que eso sera cuando ella pueda, claro que no se demore mucho que nos ponemos viejos y no es fácil viajar.
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