Ya en el tren
Nos despertamos muy temprano, como siempre que vamos a viajar, nos bañamos, desayunamos en el hotel, y regresamos al cuarto a recoger el equipaje. Teníamos pedido un taxi, así que bajamos a cerrar la cuenta y esperar el coche en el lobby del hermoso hotel.
En al estación estaba el tren en el que llegamos, desde Oporto, que salía antes. En Galicia no hay trenes de alta velocidad, y muy pocos expresos, así que va parando en muchos lugares. Son muy cómodos, con mucho espacio para las maletas y las piernas, también una regia mesa para que yo pueda escribir mis memorias. Pero el traqueteo del tren da mucho sueño.
Llegamos sin apuro en un tren que hace muchas paradas, pero al ser un viaje corto no importaba. Lo primero al bajar fue tomar un café calentito con una media luna de jamón y queso, luego fuimos a sacar los siguientes pasajes a Santiago y luego a Madrid, bastante caro por cierto, 200 euros para los dos, lo bueno es que uno llega al centro de la ciudad y no hay que ir con tanta antelación, como con los aviones.
El hotel una maravilla, con un balón enorme de frente al mar.
Fuimos por una larga caminata, luego regresamos por el mercado y cenamos en el hotel. Hoy de mañana Carlos se fue a caminar por la larga rambla, y ahora desayunando con café y un rico jamón y galletas.
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